sábado, 8 de febrero de 2014

ALDO NOVILLO Y SU PANADERIA EN UNA NOTA DE LA NUEVA PROVINCIA

Medio siglo junto al pan de cada día

01/04/2011 Pausado al hablar, meticuloso y de aspecto bonachón, Aldo Novillo recordó que, a pesar de sus 77 años --nació el 7 de mayo de 1933 en Sarmiento (provincia de Chubut)-- aún siente ganas de innovar y realizar reformas y compras para su panadería. Antes de recalar en 1959 en Monte Hermoso, su familia, llevada por su padre, que era explorador de minas, estuvo en Sierra Grande, en Viedma y finalmente en Bahía Blanca, donde falleció cuando Aldo tenía 20 años.
     Pausado al hablar, meticuloso y de aspecto bonachón, Aldo Novillo recordó que, a pesar de sus 77 años --nació el 7 de mayo de 1933 en Sarmiento (provincia de Chubut)-- aún siente ganas de innovar y realizar reformas y compras para su panadería.
     Antes de recalar en 1959 en Monte Hermoso, su familia, llevada por su padre, que era explorador de minas, estuvo en Sierra Grande, en Viedma y finalmente en Bahía Blanca, donde falleció cuando Aldo tenía 20 años.
     Autodefinido como un aventurero, decidió venir con un amigo al balneario a instalar un negocio similar al que tenía en Bahía Blanca, fiambrería y rotisería, donde también se vendían helados.
     "Mi socio enseguida tomó otro rumbo porque estudiaba y yo puse una despensa, fiambrería, rotisería, verdulería y, posteriormente, me di cuenta que también faltaba una panadería. Así fue como la `encaré'", relató.
     "Lo veía como una necesidad porque había una panadería que trabajaba mucho que funcionaba donde actualmente está el Centro de Convenciones y la de Real (La Central que funciona actualmente en la intersección de Dufaur y Las Acacias ) con Rufino Ruiz como dueño, pero cuando llegaba el verano siempre faltaba pan.
     "Por eso pensé que tenía que funcionar y, efectivamente, salió bien", completó.
     Primero funcionaba en temporada y al poco tiempo se abrió durante todo el año.
     "Eso sí que era pasar el invierno: llegamos a un acuerdo con las otras dos panaderías para trabajar tres meses cada uno, exceptuando el verano, que lo hacíamos todos, porque, si bien éramos pocos en el pueblo, no los podíamos dejar a los lugareños, teníamos un compromiso social", recordó.
     Aldo rememoró que el público de aquel momento era muy consumidor de pan y facturas y con la incorporación de nueva gente se fueron incorporando grisines, masas de confitería y otras especialidades como los alfajores artesanales denominados "Chau Monte".
     "Uno hace con pasión esta tarea y sin darse cuenta se va metiendo... y claro, es un problema seguir sumando especialidades y, a su vez, no errarle. Tener mercadería en condiciones, por ejemplo, es importante", destacó.
     La panadería fue el sostén y el puntapié inicial para que la familia Novillo invirtiera en otros rubros, como el hotelero, porque, justamente, con las ganancias que dejaba la panadería construyeron la primera de sus viviendas y el hotel Ameghino que se encuentra anexado a ella, en pleno centro montehermoseño.
     "¡Cómo no voy a estar contento con la panadería cuando lo poco que tengo lo hice con ella!", enfatizó el hombre.
     "En la década del '70 faltaban plazas hoteleras y algunos amigos me motivaron a que encare este emprendimiento con 18 piezas y, después, me permitió construir otra vivienda. Por eso insisto ¿Cómo no voy a amar a esta panadería?", se cuestionó.

Los primeros recuerdos.
"A veces cuesta integrarse a una comunidad, pero en este balneario las circunstancias fueron diferentes", resaltó Aldo, ante la pregunta de cuáles fueron sus primeros recuerdos de este sitio.
     Novillo veraneaba esporádicamente pero nunca antes se le había ocurrido radicarse; posteriormente, lo miró con otros ojos, y, según define textualmente, Monte Hermoso se le hizo carne.
     "Muchos me preguntaban, y a veces lo siguen haciendo, sobre cómo puedo pasar el invierno acá. La respuesta es, sencillamente, como en todos lados: con amigos, con la familia, concurriendo por aquellos años a las reuniones, al Paco's Bar, a El Ancla... en fin, contábamos con un grupo de gente muy lindo, era una aldea grande porque estimo que cuando llegamos habría unos 500 o 600 habitantes, no muchos más", agregó.

De Fangio y la fiesta de los taurinos

     Se sabe que el múltiple campeón del mundo de fórmula 1. Juan Manuel Fangio, era un recurrente visitante, tiempos pasados, del pueblo de Monte Hermoso.
     Novillo destacó uno de los momentos que vivió cerca de "El Chueco" que, como era de esperar, siempre acaparaba la atención de quien lo veía.
     "A Fangio lo veíamos muy seguido porque tenía amistad con personas de acá y por eso se lo observaba en más de una oportunidad sobre la esquina de Pichicay (hoy Ferreira Sport, calle Dufaur y Valle Encantado) tomando algún café", recordó.
     De las muy pocas charlas que pudo tener que él, Novillo comentó que era un hombre "muy amable" y que venía con autos muy sofisticados para aquella época.
     "Anécdotas hay muchas; venía con una coupé Mercedes Benz con la cual, dicen, tardaba media hora desde Bahía Blanca a Monte y, cuando estacionaba, todos se arrimaban. En una ocasión, cuando recién se retiraba del automovilismo, les dio las llaves del vehículo a unas personas para que lo vieran y después se despidió dando una vuelta entera derrapando el auto y levantando una polvareda tremenda", relató.
     Otra de las anécdotas pintorescas que recuerda Aldo Novillo son las originales fiestas de los taurinos que se celebraban en el Faro Recalada.
     Allí, y por impulso de Francisco Bolo, se reunía gran parte de los nacidos bajo este signo del zodíaco para desarrollar una fiesta que duraba prácticamente todo el día.
     "Primeramente festejábamos los cumpleaños de ese signo un grupo reducido de familias, hasta que Bolo me sugirió, una vez, reunirnos todos los taurinos y festejar a lo grande.
     "Fue de esta manera que una reunión de pocos se convirtió en multitudinaria y llevábamos acordeones y guitarras. Se armaban buenos bailes y allí permanecíamos todo el día", recordó.
     Para estar invitado al evento, cada uno de los taurinos podía llevar una dama --que llevaba el postre-- y un hombre invitado que aportaba la bebida, según cuenta Novillo.
     Los cumpleañeros se encargaban de la carne.
     Asimismo, se implementaban juegos de bochas y la presencia de semejante estructura, como la del faro, incentivaba a organizar concursos para ver quién bajaba y subía más rápido.
"En el invierno la pasábamos bárbaro y siempre buscábamos alguna excusa para festejar", sintetizó.

El balneario, hoy

     "Veo que Monte Hermoso está muy lindo en todos los órdenes; va para adelante y no se queda, está moderno... en fin.
     "Por momentos siento nostalgia de aquel Monte chiquito donde nos conocíamos todos, pero también está la otra parte en la que estos pobladores le dieron para adelante y hoy los visitantes dicen, constantemente, lo linda que está la ciudad y uno está contento con toda esta muchachada joven que está en la municipalidad, que se encuentra en ebullición y haciendo cosas para que cada día estemos mejor", destacó Novillo.
     "Vine en una época más evolucionada de Monte Hermoso, pero también pasamos las nuestras, ahora la juventud no tiene que dejarlo caer y seguir adelante, pero lo están llevando bien.
     "Me da gusto verlo y, particularmente, tengo la satisfacción de haber aportado nuestro granito de arena y dejar una marca en esta historia", finalizó.

LA NUEVA PROVINCIA

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